jueves, 27 de enero de 2011

Esclavos de la moda. ¿Cansado ya de pantalones tan cagaos?

SINOPSIS

Nosotros, con nuestro estilo personal, estamos aquí porque tiene que haber de todo. En la disparidad de formas y colores se encuentra nuestro mayor tesoro. Pero cuando nos vemos haciendo y pareciendo, todos a una, la misma tontería, aflora nuestra insustancialidad y perece la genialidad del que vive dentro de nuestra carcaza. No a la homogeneidad impuesta por la moda y un mayúsculo SÍ a la heterogeneidad de nuestros seres.

Esclavos de la moda. ¿Cansado ya de pantalones tan cagaos?

Qué moderno llevar esos pantalones con el cinturón a las rodillas. Con calzoncillos tan monos, que se vean del todo. Qué macas esas playerotas desamarradas de escatero con calcetín a medio tobillo. Hay que ver lo que molan esas camisetas un poquito ajustadas y con serigrafías imposibles. Ese peinado que, aparentando descuidado, sólo se logra tras horas de espejo y aplicación de ciertos productos. Unido a una coreografía de esquizofrénicos movimientos de dedos y cabeza. Intentando lograr ese efecto. Como de haberte pillado desprevenido, recién levantado. Pero limpio y perfumado.

O esas rastas de extrañamente extremado, incluso diría sospechoso, estético desorden. Como si, tras rodar por esas eternas escaleras que suben la cúspide de una de esas inmensas pirámides egipcias, las rastas se dejasen caer así. Se colocasen solas tan atractivamente. Todo acompañado de esos estratégicamente posicionados pírsines (creo que es así como se puede escribir a partir de ahora según la RAE), pendientes y otros abalorios. Ah, y siempre junto a distintos tattoos (¿qué pensará la RAE sobre esta palabra?) de no menos sospechoso y siempre mal argumentado imaginario. Por cierto, no nos dibujemos más tribales de esos tipo célticos. Ya están muy vistos.

Tanto maqueo, tanto tuneo, tanta dedicación a la imagen externa, tanta pérdida de tiempo y tan poca funcionalidad convierten, en ciertos casos, a muchas de las propuestas de estas pasajeras modas en reales fuentes de peligro. A ver, por ejemplo, salir apresuradamente huyendo de la policía vistiendo esos pantalones que producen el efecto de estar en una carrera de sacos y con playerotas que, por desabrochadas se salen, es misión imposible. Bueno, a favor de sus defensores he de decir que muchos se han adaptado tan bien a la moda de pantalones tan cagaos, que han adquirido gestos y posiciones corporales características. Maneras de andar, correr y bailar dignas de ser reconocidas como futuras disciplinas olímpicas. Como si de una nueva modalidad de marcha atlética se tratara.

A veces uno lleva un conjunto de prendas y complementos que directamente lanzan el siguiente mensaje a quien observa: “el estilo que ahora llevo no es el mío, es el de otros que vi un día por la calle o por la tele y me gustó, pero yo no soy así”. Cuando esto ocurre - quien niegue que le haya pasado alguna vez miente - es cuando nos convertimos en víctimas de la moda (o fashion victims). Dejamos de ser uno mismo, con nuestras características y limitaciones, para convertirnos en nuestra parodia. En una mala versión de nosotros mismos. Sobreactuados. Como asesorados por un mal guionista.

El truco podría estar en conciliarnos con el entorno. Podría ser que a medida que uno adquiere mayor grado de aceptación de todo lo que le es extraño, ajeno, más acepta su propia naturaleza. Viajar lejos nos obliga a integrarnos en otras sociedades, otras culturas. A aprenderlas y asimilarlas. En definitiva, a reconocernos a nosotros mismos. Vete a Helsinki por ejemplo y luego vuélvete a casa siendo más tú.

Fuente: http://www.only-apartments.es/noticias/esclavos-moda/