miércoles, 19 de septiembre de 2012

SÍNDROME POSTVACACIONAL


'...me registré en una página de citas de internet aconsejada por una del grupito. Sesentonas las llamarán, pero estas están más puestas que yo en el tema que de aquí a Lima.'
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Ya me subí del moro. Las vacaciones por Marruecos terminaron. Ni preguntes. No me comí nada. Compré a última hora el paquete vacacional y, por perras, me ejercié el más púdico. Quince días dando tumbos siguiendo una apretadísima agenda. Eso sí, integradísima en un grupito de otros veinte españoles de no menos de sesenta. Simpaticones todos, pero ni orinar podía tranquila. Las visitas, estupendas. Los hoteles, fantásticos. Las comidas, ¿qué quieres que te diga? No las disfruté. Con este panorama vengo puestísima en arquitectura y chistes paupérrimos. Que siempre hay alguno agarrado al micro lo que duren los trayectos.

Cuando apareció el guía, mandé callar a las cotorras. Alto, morenazo, fuerte pelo en su cabeza, inmensa sonrisa de perfectos dientes y cuerpito bien apañado. Vamos, el mismito príncipe del cuento que ya venía a despertarme. Yo, que no me gusta una historieta, lo mareé hasta la muerte. Y no me suelta allí el niñato -después del cuarto mojito- que estaba comodísimo conmigo. Pero como con su propia madre. Que quería aprovechar para abrírseme en canal y confesárseme de lo suyo. Me dejó muerta. Y si tan solo fuera eso. Tras lo de su condición sexual me salió con otra ristra de no sé qué tipo de frustaciones.

Tras aquellas lágrimas que tuve que secarle, quedé aburrida como un tiesto. De allí me traje cultura, pero más ganas -si cabían- de zamparme un buen pavo relleno. No pude evitarlo. La mismita noche que llegué, comprobé si seguía allí aquel tremendo panadero con su panadería. Confirmada también la presencia de su señora esposa y bollos en mano, me registré en una página de citas de internet aconsejada por una del grupito. Sesentonas las llamarán, pero estas están más puestas que yo en el tema que de aquí a Lima.

Un tiempito dando vueltas y ya me vi al percal. Los que se ven con una edad muy malita. Se les pasa el arroz. Quieren tener hijos y yo, a mis cuarenta y tres y con mis tres bestias pardas, ya estoy cumplida. Algunos tienen chiquillos de otras relaciones. Se casaron con veintipocos y siguieron un patrón color muy gris. Acojonados. Sin poder traspasar sus barreras. 'Cuidado. El mundo está muy malito' -me suelta uno. 'Ni loco llevo a los niños al centro. Tan peligroso...' -el muy cobarde. Muchísimos ocultan intenciones demasiado poco serias. 'Dame tu dirección que me planto en tu piso' -dice. 'Espera bonito, que estoy haciéndome las uñas' -tuve que cortarle. 'Lo siento, pero yo no busco amigas'. 'Con las que tengo ya voy listo' -el espabilado. O los de 'yo no busco rollito'. 'Lo que quiero es una pareja estable'. 'Tradicional' -y ahí me mató.

Yo, mucho más estable que tantas. Pero ¿y una relación abierta? Cada uno retirado en palacio con su séquito y juntitos en 'villa de verano' cuando cuadre. Aún no vi ninguno de los que me diera un rotundo sí. Y ¿qué fue de aquellos 'amigos con derecho a roce'? La frase triunfó. Está claro que la práctica ya es otra cosa.  

SEXO, GÉNERO Y ROL SOCIAL. RELACIÓN SI LA HUBIERE


'La genialidad nada tiene que ver con el sexo y cerdos impresentables se infiltran en todos los colectivos'
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Un poner. Si en caluroso día de verano, algún entradito en años gai se te acerca e invita a un siempre mal preparado mojito a pie de chiringuito playero, tu reacción podría tener varias vertientes. Suponiéndote de esa misma condición sexual, podrías aceptar el ofrecimiento, beber el cóctel y pasarlo bien en su compañía durante lo que el bebedizo dé de sí. A pesar de su insistencia te disculpas tras la tercera ronda para seguir tu viaje mental, toalla en mano, al sopor de la cálida arena. Segundos tardarías en olvidarle y lo que dijo, hasta que se despida desde lejos con su media sonrisa y mano alzada en una apresurada salida del ruedo.

Maricón perdido como eres y sabedor de las pasiones que levantas en ese sector del colectivo, podrías meterte un subvencionado veranito a base de licores, cafeses y demás caprichitos agradecidamente invitado. Resultaría sucio e incluso te pueden tildar de putilla, pero nada más lejos de la realidad. Solo te meriendas al que te guste. Vamos, que de los mojitos no pasa la cosa en la gran mayoría de los casos.

Reacción muy distinta se espera siendo tú, por convicción, heterosexual. Predecible es una primera actitud de total rechazo no solo válida para invitadores gais. Ese mismo mecanismo se te pondría en marcha tratándose de travestis, transexuales o alguna de esas tan cachondas lesbianas que, como apetecibles horneados bollos, se dan cierto aire de malotes. Se espera que frunzas el ceño y que, con voz aún más agravada -como exagerando tu heterosexual masculinidad-, te cierres a cualquier sospechoso acercamiento.

Es la más torpe de las posturas. Si supieras lo que pierdes, con agrado aceptarías. Y no por el beneficioso efecto del mojito, sino porque podría resultar que, de una conversación como esa, obtuvieras la clave en la resolución de alguna de las pajas mentales que tanto te abordan.

Muchos heteros lo saben y van de gais. Entre gais la masculinidad está tan valorada como objeto de deseo, que cantidad de ellos se hacen los machotes. Muchas bollos princesean, mientras se ven a tantas heteras lustrarse a modo de perversos montaditos de cocina fina. Además, en ambos sentidos transexuales y travestis -hombre a mujer y viceversa-, tan sublime puede llegar a ser la transformación, que jamás los imaginarías interpretando cualquier otro rol.

La genialidad nada tiene que ver con el sexo y cerdos impresentables se infiltran en todos los colectivos. Siendo así, ¿para qué estarse definiendo como nada? Puertas adentro solo quien te acompaña y tú saben, mientras hacia fuera interpretas el papel que te convenga. Entonces, ¿qué sentido tiene el cartelito ese?

Sexo, género y rol social. Combinaciones de esas variables te convertirían en una cosa, otra o varias según el caso. Si lo que cuelga, lo que sientes e interpretas pueden tener poco que ver y cambiar a lo largo de tu derrotero, declárate desde hoy ser vivo y dejémonos ya de tanto encasillamiento.