SINOPSIS
Poco suele gustar el tema de
la política y sus políticios. Si no es por sugerencia de una
compañera, ni yo mismo me hubiese animado a contar algo así. Pero
como mi ignorancia es de las más atrevidas, aquí la personal visión
de un político en auge.
Gallardón. De sordo faraón a ministro del silencio
Todos tenemos una amiga en
Madrid llamada Ana. La mía, aunque quede feo decirlo, es la mejor.
Mi Ana es total. La tía tiene coraje y, desde tiempos remotos, anda
dando saltos por el mundo. 'Aquí estoy para demostrar que una
mujer sola puede viajar por culaquier lado' -me dijo nada más concerme.
Era algo que sabía, aunque verla moverse me reafirmó aún más la
cosa. Se lo patea todo mi Ana. No hace ascos a inalcanzables alturas
ni a profundidades impensables. Ya debió sobrepasar la barrera del
miedo porque, hasta hoy, a todo le encuentra la gracia.
Tan solo vi apesadumbrada a
mi amiga cuando le tocó hablar de su ciudad natal. Curioso que
personas como ella -tan acostumbradas a ver de todo- transmitan
cierta tristeza cuando de su nido se trata. Ella cuenta que, desde
sus primeros recuerdos, en Madrid hubo ruido. Cuando a finales de los
ochenta se pudo comprar un apartamento en el centro, no se podía
imaginar viviendo en otro sitio distinto a Malasaña. Nunca concibió
ella aquellas calles sin otra decoración que sus escandalosas
terrazas.
Pero un día llegó en que
El Faraón ganó sus primeras batallas. Se instaló en el centro de
Madrid y quiso terminar con el ruido imponiendo sus propias melodías.
Según me cuenta, todos salieron a celebrar la última noche en que
los bares abrirían sin hora de cierre. Y en esa misma tesitura se
vieron retransmitidos en varios telediarios. Fue una especie de
despedida de las noches sin hora. Pero llegó el fin del milenio y en
Madrid ya se iba a poder dormir. Así fue como lo proclamó el
monarca desde su sordera.
Se le olvidó aclarar que,
en lo de dormir, exceptuaba a todos los vecinos que vivieran
alrededor de las obras del mismo Faraón. No descansarían durante
los años que se alargaran sus faraónicos proyectos. Nadie consiguió
ya relajarse al verse afectado, también, por el endeudamiento de la
ciudad o las inundaciones que las mismas obras provocaron. Perplejos
observaron cómo cientos de restos arqueológicos destapados se
cubrían rápidamente a golpe de cemento. Y no salen de su asombro
presenciando el desarrollo que tienen los innumerables juicios que el
ayuntamiento va salvando en Bruselas.
Aunque la ciudad pierda, El
Faraón triunfa también en su última contienda y asciende a
Ministro del Silencio. Sentado en el púlpito muchos reclamos hoy se
acallan durante su mandato. Los desmanes reales pasan por alto y se
silencian las voces que protestan. El pseudo-progresista pepero
que se vanagloriaba de haber casado a las primeras parejas
homosexuales del país, nos ofrece su nuevo golpe de efecto.
Enmudece. Se calla. Pero no como mujer de vida alegre, sino como
especie de reprimido sexual. Sí hombre, con esa misma actitud que
algunos tienen de no parar de mirarte al tiempo que van poniendo
caritas.
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