martes, 11 de enero de 2011

MUSCULOCAS. TANTA TONTERÍA JUNTA NO PUEDE SER BUENO

SINOPSIS
A ti, chico de cejas perfectamente retocadas. Que siempre pareces estar recién salido de la peluquería. Con tus músculos extremadamente esculpidos supuestamente producto de tantas horas de gimnasio. Que consumes perfumes y ropas caras normalmente de dos o tres tallas menos y que tu pluma confirma tu condición gay. Siento ser yo el que te lo diga, pero debes de ser una “musculoca”.

 MUSCULOCAS. TANTA TONTERÍA JUNTA NO PUEDE SER BUENO

Asistimos a una época en la que el culto por la imagen sobrepasa los límites de lo racionalmente comprensible. No es algo nuevo, pero quizá hoy haya alcanzando niveles enfermizos. Así, en el hedor a perfumes caros de los clubs gays de alterne nocturno, se vislumbran perfiles de imposibles cuerpos depilados en los que sus apretados músculos amenazan con hacer reventar costuras de camisetas y pantalones tan ajustados.

Tú también habrás podido observar que, en estos ambientes, es cada vez más difícil encontrar cuerpos de personas normales. Esos en los que, aunque no completamente olvidados de la mano de dios, presentan las razonables delgadeces o gorduras de una sociedad como la que habitamos. Y es que se hace muy difícil de entender cómo después de llegar a la cama a horas intempestivas, levantarse extremadamente temprano, trabajar malamente cobrando siempre poco, comer rápido y mal y tener relaciones sociales de calidad media, uno cuenta con el tiempo, dinero y humor necesarios para dedicarse a levantar pesas o ponerse a saltar como un loco en caros gimnasios. Pero aún cuesta más creer que la mayoría de nosotros, en esta sociedad, gocemos de esa calidad de vida envidiable, tan anunciada en esos medios de comunicación que nos marcan las pautas de los cánones de belleza de los que estas personas extremadamente esculpidas son víctimas.

Por todo esto, es posible que la realidad de lo que está ocurriendo sea que la mayoría de ellos se han visto obligados a malvivir y sufrir de las frustraciones que todos padecemos, pero a mostrarse siempre con una imagen diametralmente opuesta, luciendo un estupendo y eterno palmito con la mejor de sus caras posibles. Y todo esto, aún podridos por dentro a golpe de dietas proteínicas y fármacos hormonales. 

Así, según esta hipótesis, quedaría definitivamente derogado el dicho de que la cara sea el espejo del alma y quizá sea por este motivo que en la jerga gay se haya adoptado la acepción de “musculoca” para referirse a este tipo de persona que, ya padeciendo de una locura intratable (por otra parte comprensible ante tal situación insostenible), lucen cuerpos hinchados sin pelo y sonrisas tatuadas y para los que la pluma, raramente disimulable, normalmente contrasta sobremanera con esa imagen de machote de gimnasio. 

Llegados a este punto, parece oportuno, y con el fin de aplicármelo a mi mismo, atreverse a lanzar un consejo que nos podría ayudar a muchos: Disfrutemos de la vida conciliándonos con nosotros mismos y lloremos y riamos cuando toque, dejando de parecer lo que no somos porque, probablemente, esta sea la principal causa de enfermedad y muerte en esta sociedad del espejo, en el que, como en aquel cuento tan famoso, se ven reflejadas viejas brujas peludas obsesionadas con la imagen, preguntándose continuamente quién es la más bella y ofreciendo manzanas con drogas somníferas inyectadas.

Fuente: http://www.blogonlyapartments.es/Musculocas/

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